"Ven. Siéntate conmigo en el césped
antes de que otro césped crezca con tu polvo y el mío."

(Omar Jayyam, Rubaiyyat)

jueves, 15 de noviembre de 2018

NEW YORK, BOSQUE DE CEMENTO Y VIDRIO (Galería fotográfica)






NEW YORK, 
BOSQUE DE CEMENTO Y VIDRIO







Metrópoli a vuelo de pájaro.








Anotaciones a un viaje.














Nueva York, bosque de cemento y vidrio










donde ocultar el vacío esencial del individualismo







bajo el triunfalismo aplastante del dinero.








"Encriptada la ciudad bajo el avispero
de crestas inhóspitas envenenando el mundo."








La ciudad de New York no es arquitectura, es escaparate,







parque temático financiero,




atracción de feria,
 espectáculo circense del más difícil todavía,







megalomanía imperialista,







sin armonía, sin proporciones,













eructos del capital.







No alberga gente, consumidores.




Unos pueden más y se disfrazan a golpe de tarjeta de crédito,
otros no pueden y se disfrazan de harapos,
sobreviviendo al asco.








"La noche, soliviantada por falsos vidrios,
cae a plomo sobre la serenidad de los talonarios."
























Una sociedad, presa de una paranoica obsesión contra el tabaco
y contra el sexo, e indiferente
a los 16.000 niños sin techo que deambulan por la ciudad,
es una sociedad estructuralmente enferma y perversa.







Kilómetro cero de la codicia,




por sus calles, riadas sumisas, esclavos de la imagen, del triunfo material,
de un consumo compulsivo que a tantos destruye y escupe al estercolero.








"Más parecían cadáveres, de camino hacia su tumba."








"Fragor de nubes que arrastran al fondo."













"Barrancos de niebla donde el cíclope pace."







"Entre la Gioconda y yo,
hay un océano de móviles enmarañando el infinito."











El país de las supuestas libertades es el lugar donde el puritanismo militante
y las prohibiciones legislativas más trabas ponen
a la libre circulación de lo cotidiano.








"El amor se deteriora en las muelas de la eficacia."








"Ni el Hudson se hace ya espejo de sus propias orillas
ni por el bronce de la Libertad fluye la sangre."











La estatua que preside la entrada a la ciudad
es irónicamente su símbolo perfecto.




La antorcha que enarbola la libertad, en realidad, no tiene llama.
El fuego es rojo, y todos sabemos el pánico que este pueblo
amamantó hacia dicho color.










La antorcha que enarbola la libertad tiene el color del oro,




el color del dinero,




de la hipocresía, de la codicia.





NOTA: imágenes realizadas en colaboración con Javier Arellano. (agosto 2018)

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